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“La educación ambiental  ha de estar comprendida dentro de los contenidos del conocimiento del mundo natural y social, en el cual los niños y niñas aprendan los hechos y fenómenos de la naturaleza animada e inanimada, las funciones del organismo, la interrelación entre el medio y su salud y nutrición, el ciclo continuo de la vida, entre otras tantas cosas. Así, cuando el niño aprende y observa en el germinador como nace una planta de una semilla, y como las condiciones de luz, calor y humedad actúan sobre la misma, asimismo está adquiriendo conciencia de las leyes del mundo vegetal. O cuando descubre que un pedazo de hielo coloreado se diluye en el agua sin dejar rastro de sí, está aprendiendo como se puede contaminar una fuente de vida como es el agua, descubriendo así leyes del mundo físico. Y si se le posibilita distinguir que existe una relación entre la forma y la estructura de un animal de acuerdo con su medio como sucede con un oso polar, está incorporando principios del mundo animal. Lo importante y fundamental es que siempre la explicación de los hechos y fenómenos se hagan sobre una base verdaderamente científica, sin proporcionar respuestas de tipo mágico, místico o que solamente tengan un fundamento empírico.
 
Pero si a este niño o niña se le enseña que si alimenta al animal este se vuelve cada vez mas grande y saludable, si aprende que proporcionarle agua, cuidados y atención hacen cada vez mas hermosa a las plantas, si aprende las relaciones entre sus acciones y los conocimientos que posee para actuar sobre las cosas y seres del mundo que le rodea, y de ello se deriva un mejor desarrollo de los mismos, asimismo estará consolidando su aprendizaje de los medios y acciones para preservar dicho mundo.
 
A su vez, y lo mas importante, que sobre este conocimiento intelectual se consoliden emociones y sentimientos de amor hacia las plantas y los animales, hacia lo bella que es la naturaleza y el mundo que le rodea, y que esta belleza ambiental es un don que le ha sido dado y que cada niño y niña debe aprender a amar y conservar. Solo así se garantiza que el conocimiento se interiorice y se imbrique con lo afectivo-motivacional, y se garantice una apropiada educación ambiental”.
                       El Club de los Niños cuidadores del Planeta Tierra

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